Título: La Historiadora.
Editorial: Umbriel.
Año: 2005.
Valoración: 5/10.
La Historiadora parte de una premisa en principio muy interesante: ¿Y si Vlad el Empalador hubiera sido realmente un vampiro y continuara con vida? En esta aventura se embarcan una serie de personajes a lo largo de distintas épocas, todos ellos relacionados por su amor por la Historia. El libro narra los acontecimientos a través de la visión de los propios personajes, ya sea mediante cartas, diarios o manuscritos, al igual que en el Drácula de Bram Stocker jamás participa ningún narrador que no sea un personaje de la historia. Al mismo tiempo, la trama no está contada en orden cronológico, sino que se van alternando distintas épocas para enlazarse en la parte final.
En esta obra se nos narra principalmente la epopeya de Paul y Helen en su búsqueda del verdadero Drácula. Se inicia en Estados Unidos, durante la Guerra Fría. Paul es un licenciado en Historia que se encuentra realizando su tesis doctoral. Un día alguien le deja sobre su mesa un viejo libro con todas las páginas en blanco salvo por una xilografía de un dragón rojo de cola ensortijada, símbolo de Drácula. Comienza a indagar sobre el mito del Empalador más allá de la leyenda creada por Stocker. Posteriormente se lo comenta a su director de tesis, su buen amigo y profesor el Doctor Rossi. Éste le aconseja que abandone sus investigaciones sobre el Vlad Draculya, pues en caso contrario le ocurrirán terribles desgracias. Rossi le confiesa entonces que hace muchos años él también recibió misteriosamente un libro idéntico, comenzó a indagar sobre Drácula y acabó viviendo terribles acontecimientos.
Por desgracia para Paul, Rossi desaparece al día siguiente de su despacho donde sólo quedan restos de sangre. El joven comienza a creer verdaderamente en la posibilidad de que el mito de los vampiros sea cierto. Ayudado por Helen, una inteligente joven que resulta ser hija de Rossi, ambos comienzan un periplo que les llevará a Turquía, Rumanía o Bulgaria. Buscar a Rossi es buscar la tumba de Drácula, y ello supondrá conocer a nuevos enemigos, secuaces del príncipe valaco, pero también nuevos aliados.
Ciertamente, en lo que a la parte de la investigación se refiere es muy interesante. Los personajes van descubriendo documentos antiguos, mapas o señales en viejos monumentos a través de diversos países que les van conduciendo hacia la tumba de Drácula, donde descubren también que no son los únicos en recibir el famoso libro. Se percibe el profundo trabajo de investigación de la autora, ya que se esfuerza en retratar de la manera más exacta posible las circunstancias políticas y sociales del siglo XV, la época que a Vlad Drácula le toco vivir. Todas esas pequeñas pistas se van enlazando y marcando el camino de los diferentes personajes. Ésta es desde luego la mejor parte del libro.
Pero para mi gusto, Kostova abusa mucho de las descripciones, de tediosas conversaciones y de escenas muy largas que aportan poco a la trama principal, ralentizando el ritmo. El libro se me hizo demasiado irregular. Las descripciones de paisajes, monumentos o de las costumbres de cada región son bastante aburridas. A ello se añaden multitud de datos folkloricos, gastronómicos y de la misma índole que, si bien aportan realismo, a veces son excesivos. Sí reconozco que tiene una prosa verdaderamente bonita y elaborada, pero a veces el contenido la desluce.
El segundo punto que me disgustó del libro fue que frente al entusiasmo inicial, sientes que se va desinflando poco a poco. En un principio logró engancharme, el primer tercio del libro tiene un ritmo más rápido e interesante, pero a partir de aquí se va haciendo algo más pesado.
Y es así como, tras todas sus indagaciones, Paul y Helen logran dar con Rossi que ha sido convertido en un No Muerto por Drácula. Descubren entonces que el objetivo de Drácula es seleccionar al mejor de los historiadores posibles en todo el mundo para que catalogue su fantástica biblioteca. Aquel que no se haya amedentrado en su investigación sobre el mito de Drácula, aquel que logre llegar hasta el final será seleccionado para convertirse en vampiro y permanecer junto a Drácula. A este respecto tengo que decir que no me pareció un mal motivo, original cuanto menos, ya que al fin y al cabo es el punto central de la historia. Me parece interesante que se retrate a Drácula como un amante de los libros. Pero también encuentro un gran fallo: para tratarse de un libro de setecientas páginas sobre Vlad Drácula, es un poco decepcionante que éste aparezca pasada la seiscientos y apenas unas veinte o treinta páginas en total. No obstante, le reconozco el mérito a la autora en la descripción del famoso Empalador. Sabe transmitir la idea de una persona que ha vivido durante siglos, cuya mera presencia siembra el terror y el horror, enfrascado en una atmósfera de muerte, sabiduría y sangre. Pero no quita que te quedes con las ganas de que este personaje central aparezca más de lo que lo hace.
En resumen una buena historia inicial, pero para mi gusto desaprovechada a la larga, recargada inutilmente con pasajes aburridos. Ello no obvia la bellísima prosa de su autora, que no obstante no le ha sacado todo el partido al hecho más interesante de todos: Drácula en pleno siglo XX.
Lo mejor: las partes de investigación, que se van entrelazando entre sí.
Lo peor: su irregularidad.
En esta obra se nos narra principalmente la epopeya de Paul y Helen en su búsqueda del verdadero Drácula. Se inicia en Estados Unidos, durante la Guerra Fría. Paul es un licenciado en Historia que se encuentra realizando su tesis doctoral. Un día alguien le deja sobre su mesa un viejo libro con todas las páginas en blanco salvo por una xilografía de un dragón rojo de cola ensortijada, símbolo de Drácula. Comienza a indagar sobre el mito del Empalador más allá de la leyenda creada por Stocker. Posteriormente se lo comenta a su director de tesis, su buen amigo y profesor el Doctor Rossi. Éste le aconseja que abandone sus investigaciones sobre el Vlad Draculya, pues en caso contrario le ocurrirán terribles desgracias. Rossi le confiesa entonces que hace muchos años él también recibió misteriosamente un libro idéntico, comenzó a indagar sobre Drácula y acabó viviendo terribles acontecimientos.
Por desgracia para Paul, Rossi desaparece al día siguiente de su despacho donde sólo quedan restos de sangre. El joven comienza a creer verdaderamente en la posibilidad de que el mito de los vampiros sea cierto. Ayudado por Helen, una inteligente joven que resulta ser hija de Rossi, ambos comienzan un periplo que les llevará a Turquía, Rumanía o Bulgaria. Buscar a Rossi es buscar la tumba de Drácula, y ello supondrá conocer a nuevos enemigos, secuaces del príncipe valaco, pero también nuevos aliados.
Ciertamente, en lo que a la parte de la investigación se refiere es muy interesante. Los personajes van descubriendo documentos antiguos, mapas o señales en viejos monumentos a través de diversos países que les van conduciendo hacia la tumba de Drácula, donde descubren también que no son los únicos en recibir el famoso libro. Se percibe el profundo trabajo de investigación de la autora, ya que se esfuerza en retratar de la manera más exacta posible las circunstancias políticas y sociales del siglo XV, la época que a Vlad Drácula le toco vivir. Todas esas pequeñas pistas se van enlazando y marcando el camino de los diferentes personajes. Ésta es desde luego la mejor parte del libro.
Pero para mi gusto, Kostova abusa mucho de las descripciones, de tediosas conversaciones y de escenas muy largas que aportan poco a la trama principal, ralentizando el ritmo. El libro se me hizo demasiado irregular. Las descripciones de paisajes, monumentos o de las costumbres de cada región son bastante aburridas. A ello se añaden multitud de datos folkloricos, gastronómicos y de la misma índole que, si bien aportan realismo, a veces son excesivos. Sí reconozco que tiene una prosa verdaderamente bonita y elaborada, pero a veces el contenido la desluce.
El segundo punto que me disgustó del libro fue que frente al entusiasmo inicial, sientes que se va desinflando poco a poco. En un principio logró engancharme, el primer tercio del libro tiene un ritmo más rápido e interesante, pero a partir de aquí se va haciendo algo más pesado.
Y es así como, tras todas sus indagaciones, Paul y Helen logran dar con Rossi que ha sido convertido en un No Muerto por Drácula. Descubren entonces que el objetivo de Drácula es seleccionar al mejor de los historiadores posibles en todo el mundo para que catalogue su fantástica biblioteca. Aquel que no se haya amedentrado en su investigación sobre el mito de Drácula, aquel que logre llegar hasta el final será seleccionado para convertirse en vampiro y permanecer junto a Drácula. A este respecto tengo que decir que no me pareció un mal motivo, original cuanto menos, ya que al fin y al cabo es el punto central de la historia. Me parece interesante que se retrate a Drácula como un amante de los libros. Pero también encuentro un gran fallo: para tratarse de un libro de setecientas páginas sobre Vlad Drácula, es un poco decepcionante que éste aparezca pasada la seiscientos y apenas unas veinte o treinta páginas en total. No obstante, le reconozco el mérito a la autora en la descripción del famoso Empalador. Sabe transmitir la idea de una persona que ha vivido durante siglos, cuya mera presencia siembra el terror y el horror, enfrascado en una atmósfera de muerte, sabiduría y sangre. Pero no quita que te quedes con las ganas de que este personaje central aparezca más de lo que lo hace.
En resumen una buena historia inicial, pero para mi gusto desaprovechada a la larga, recargada inutilmente con pasajes aburridos. Ello no obvia la bellísima prosa de su autora, que no obstante no le ha sacado todo el partido al hecho más interesante de todos: Drácula en pleno siglo XX.
Lo mejor: las partes de investigación, que se van entrelazando entre sí.
Lo peor: su irregularidad.
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