Título original: Nosferatu, eine Symphonie des Grauens.
Género: Terror.
Año: 1922.
Director: F.W. Murnau.
Actores: Max Schreck, Gustav von Wangenheim, Greta Schröder.
Valoración: 9/10.
Hoy en día oímos mucho hablar de la propiedad intelectual, y lo cierto es que la historia de "Nosferatu" es muy curiosa en ese sentido. El objetivo de Murnau era en realidad hacer una adaptación de "Drácula", la novela de Bram Stocker, pero su estudio no pudo adquirir los derechos. La viuda de Stocker, Florence, ya los había vendido. Así que Murnau decidió hacer su propia adaptación, cambiando algunos detalles, con la esperanza de que eso fuese suficiente para obviar el problema de los derechos de autor. Pero su adaptación resultó demasiado evidente, y la Señora Stocker lo denunció ante la justicia. El resultado de la sentencia fue que Murnau estaba obligado a destruir las cintas por haber infringido los derechos de autor, y ese debería haber sido el final de esta fantástica película.
Pero agraciadamente no fue así. Hubo copias, repartidas por varios lugares de Europa, que permanecieron indemnes. Y así es como Nosferatu llegó hasta nuestros días. En 2005, Friedrich Wilhem Murnau Shiftung solicitó que se realizara una versión restaurada de la película. Para ello se utilizó una copia en nitrato coloreada de 1922 con intertítulos en francés. Los planos perdidos se obtuvieron a partir de un negativo de 1939 del archivo alemán de Berlín, que a su vez provenía de una copia de 1920 depositada en la antigua Checoslovaquia. Otros planos se obtuvieron de una copia en nitrato de la versión de los años 1930 conservada en la Cinémathèque de Paris. Los intertítulos que faltaban fueron rediseñados y añadidos. Se sacó al mercado recientemente una edición de coleccionista en caja metálica con un disco adicional con documentales sobre la película (17,95€ en la FNAC), y también otra versión sumamente cuidada a la que se añadía un libro (y también un precio de 59,95€).
Al igual que Drácula se cuenta a través de las cartas y diarios de los personajes, Nosferatu se cuenta en gran parte a través de los relatos escritos con posterioridad por uno de sus personajes, Hutter. Desde el inicio se nos muestra a Hutter como un hombre alegre, risueño y casi despreocupado. Contrasta así con su esposa Helen, que siempre tiene un cierto aire de tristeza, y que al recibir un ramo de parte de su esposo, le responde con pesar "Pobres flores, ¿por qué las has matado?". Este contraste de tristeza y alegría, luz y oscuridad es el eje sobre el que gravita la película en todos los sentidos.
Es curioso distinguir en la habiación de Hutter un pequeño cuadro con la efigie de una Virgen. A la mañana siguiente nuestro personaje retoma su camino hacia el castillo del Conde llevado por unos cocheros (personajes que interpretan lugareños del pueblo donde Murnau rodó las escenas). En un determinado punto ellos se niegan a seguir avanzando. Hutter continúa el camino a pie, y es entonces cuando aparece el cochero de Orlok, que es él mismo (al igual que sucede en Drácula). Para crear la sensación de una velocidad sobrenatural, Murnau montó las escenas a cámara rápida. Y para crear un efecto aún más lúgubre, filmó las escenas en negativo, cubriendo el coche y los caballos con sábanas blancas para que en la película aparecieran negros.
En el interior del castillo hará su primera aparición Orlok, larguilucho y huesudo, calvo, con nariz aguileña y penetrantes ojos. Su aspecto es espeluznante, pero para mí es la caracterización que mejor representa al personaje de Stocker. Drácula nunca fue un aristócrata, ni tampoco una mezcla de momia y geisha que luego se transforma en un seductor conde transilvano como nos quiso hacer creer Coppola. Drácula era feo, un ser horrible con aspecto de rata y murciélago, y lo fue durante todo el libro (esto va por el Señor Coppola).
Durante la estancia de Hutter en el castillo del Conde, pueden observase datos curiosos. El suelo tiene esos maravillosos azulejos en blanco y negro que hacen conjunto con la atmósfera de la cinta. Hay pequeños detalles macabros, como el reloj que toca las horas con un esqueleto, o la carta que Orlok lee cuidadosamente de parte de Knock. Está llena de símbolos paganos, y ello fue hecho a posta, ya que Murnau, como muchos de los artistas de su época, pertenecía a una logia ocultista (y de hecho el jefe de su productora también). Murnau vuelve a hacer uso de su fantástica habilidad con las luces y sombras cuando muestra a Hutter sucumbiendo bajo el poder de Orlok. El Conde hace una terrible aparición: Hutter lo descubre al fondo del pasillo, oscuro, con su blanco rostro resplandeciendo en la penumbra. Llega hasta la habitación de Hutter mientras la puerta se abre sola, con la mirada de piedra, fría; y es su sombra la que se manifiesta en la pared mientras Hutter se desvanece. Es igualmente escalofriante la escena en la que Hutter descubre a Orlok reposando en su ataúd, al vislumbrar su blanco rostro en su interior tras abrirlo, un cuerpo inerte que no se mueve ni un ápice.
Para mostrar el poder oscuro de Orlok, Murnau hace uso del stop-motion y así logra que una tapa se pose sola sobre el ataúd del Conde antes de que éste se marche hacia Alemania. Durante su viaje en barco también podemos observar escenas memorables. Aquí es donde Murnau introdujo otra de sus pequeñas desviaciones. Orlok, a diferencia de Drácula, nada tiene que ver con murciélagos ni lobos. Pero tiene la capacidad de desintegrar su cuerpo en ratas. Sin duda la escena en la que el marinero quiebra uno de los ataúdes y vislumbra la nariz aguileña del conde sobresaliendo con sus grandes ojos abiertos es fantástica. Y también aquella en la que observamos una aparición semitransparente de Orlok acechando al infeliz, como una verdadera visión fantasmagórica.
Por su parte Helen vive con desdicha la ausencia de su marido. Como si hubiera sido dotada de algún poder sobrenatural (muy diferente de la fervorosa Mina de Stocker), es capaz de percibir que Hutter se encuentra en grave peligro. Me gusta que Murnau mantuviera el contraste entre Mina y Lucy, que aquí se traslada a Helen y su hermana. Helen va siempre ataviada con un pesado vestido negro y su sombría expresión, mientras que su hermana suele ir vestida de blanco y la vemos divirtiéndose en varias escenas, como mientras juega al criquet.
En el final, Orlok irá en busca de Helen a través de unas fantásticas escenas donde observamos su alargada sombra y sus igualmente alargadas manos alzándose lentamente en la escalera. Es también su sombra la que irrumpe en la habitación de Helen, que lo espera, esta vez ataviada de blanco, contrastando así con las ropas negras del Conde. Helen se sacrifica con el fin de lograr que Orlok muera presa del amanecer. Es de nuevo su sombra, la de su mano huesuda sobre el corazón de Helen, la que la hace sucumbir. Murnau nos regala una fantástica escena donde observamos el cuerpo de la víctima tendida en la cama y la boca del vampiro sobre su cuello, inundada de una atmósfera extraña que le concede un realismo inusitado. Finalmente Orlok es sorprendido por el amanecer y muere, desapareciendo en una nube de polvo.
Termina así uno de los grandes clásicos del cine mudo, pero también de la historia del cine. Una fantástica historia donde, a pesar de los escasísimos medios con los que se contaba, Murnau logra adentrarnos en esa atmósfera oscura, tétrica y sobrenatural. Una película llena de constrastes, blancos y negros, luces y sombras, pero también de matices interesantes.
Pero agraciadamente no fue así. Hubo copias, repartidas por varios lugares de Europa, que permanecieron indemnes. Y así es como Nosferatu llegó hasta nuestros días. En 2005, Friedrich Wilhem Murnau Shiftung solicitó que se realizara una versión restaurada de la película. Para ello se utilizó una copia en nitrato coloreada de 1922 con intertítulos en francés. Los planos perdidos se obtuvieron a partir de un negativo de 1939 del archivo alemán de Berlín, que a su vez provenía de una copia de 1920 depositada en la antigua Checoslovaquia. Otros planos se obtuvieron de una copia en nitrato de la versión de los años 1930 conservada en la Cinémathèque de Paris. Los intertítulos que faltaban fueron rediseñados y añadidos. Se sacó al mercado recientemente una edición de coleccionista en caja metálica con un disco adicional con documentales sobre la película (17,95€ en la FNAC), y también otra versión sumamente cuidada a la que se añadía un libro (y también un precio de 59,95€).
Al igual que Drácula se cuenta a través de las cartas y diarios de los personajes, Nosferatu se cuenta en gran parte a través de los relatos escritos con posterioridad por uno de sus personajes, Hutter. Desde el inicio se nos muestra a Hutter como un hombre alegre, risueño y casi despreocupado. Contrasta así con su esposa Helen, que siempre tiene un cierto aire de tristeza, y que al recibir un ramo de parte de su esposo, le responde con pesar "Pobres flores, ¿por qué las has matado?". Este contraste de tristeza y alegría, luz y oscuridad es el eje sobre el que gravita la película en todos los sentidos.
Es curioso distinguir en la habiación de Hutter un pequeño cuadro con la efigie de una Virgen. A la mañana siguiente nuestro personaje retoma su camino hacia el castillo del Conde llevado por unos cocheros (personajes que interpretan lugareños del pueblo donde Murnau rodó las escenas). En un determinado punto ellos se niegan a seguir avanzando. Hutter continúa el camino a pie, y es entonces cuando aparece el cochero de Orlok, que es él mismo (al igual que sucede en Drácula). Para crear la sensación de una velocidad sobrenatural, Murnau montó las escenas a cámara rápida. Y para crear un efecto aún más lúgubre, filmó las escenas en negativo, cubriendo el coche y los caballos con sábanas blancas para que en la película aparecieran negros.
En el interior del castillo hará su primera aparición Orlok, larguilucho y huesudo, calvo, con nariz aguileña y penetrantes ojos. Su aspecto es espeluznante, pero para mí es la caracterización que mejor representa al personaje de Stocker. Drácula nunca fue un aristócrata, ni tampoco una mezcla de momia y geisha que luego se transforma en un seductor conde transilvano como nos quiso hacer creer Coppola. Drácula era feo, un ser horrible con aspecto de rata y murciélago, y lo fue durante todo el libro (esto va por el Señor Coppola).
Durante la estancia de Hutter en el castillo del Conde, pueden observase datos curiosos. El suelo tiene esos maravillosos azulejos en blanco y negro que hacen conjunto con la atmósfera de la cinta. Hay pequeños detalles macabros, como el reloj que toca las horas con un esqueleto, o la carta que Orlok lee cuidadosamente de parte de Knock. Está llena de símbolos paganos, y ello fue hecho a posta, ya que Murnau, como muchos de los artistas de su época, pertenecía a una logia ocultista (y de hecho el jefe de su productora también). Murnau vuelve a hacer uso de su fantástica habilidad con las luces y sombras cuando muestra a Hutter sucumbiendo bajo el poder de Orlok. El Conde hace una terrible aparición: Hutter lo descubre al fondo del pasillo, oscuro, con su blanco rostro resplandeciendo en la penumbra. Llega hasta la habitación de Hutter mientras la puerta se abre sola, con la mirada de piedra, fría; y es su sombra la que se manifiesta en la pared mientras Hutter se desvanece. Es igualmente escalofriante la escena en la que Hutter descubre a Orlok reposando en su ataúd, al vislumbrar su blanco rostro en su interior tras abrirlo, un cuerpo inerte que no se mueve ni un ápice.
Para mostrar el poder oscuro de Orlok, Murnau hace uso del stop-motion y así logra que una tapa se pose sola sobre el ataúd del Conde antes de que éste se marche hacia Alemania. Durante su viaje en barco también podemos observar escenas memorables. Aquí es donde Murnau introdujo otra de sus pequeñas desviaciones. Orlok, a diferencia de Drácula, nada tiene que ver con murciélagos ni lobos. Pero tiene la capacidad de desintegrar su cuerpo en ratas. Sin duda la escena en la que el marinero quiebra uno de los ataúdes y vislumbra la nariz aguileña del conde sobresaliendo con sus grandes ojos abiertos es fantástica. Y también aquella en la que observamos una aparición semitransparente de Orlok acechando al infeliz, como una verdadera visión fantasmagórica.
Por su parte Helen vive con desdicha la ausencia de su marido. Como si hubiera sido dotada de algún poder sobrenatural (muy diferente de la fervorosa Mina de Stocker), es capaz de percibir que Hutter se encuentra en grave peligro. Me gusta que Murnau mantuviera el contraste entre Mina y Lucy, que aquí se traslada a Helen y su hermana. Helen va siempre ataviada con un pesado vestido negro y su sombría expresión, mientras que su hermana suele ir vestida de blanco y la vemos divirtiéndose en varias escenas, como mientras juega al criquet.
En el final, Orlok irá en busca de Helen a través de unas fantásticas escenas donde observamos su alargada sombra y sus igualmente alargadas manos alzándose lentamente en la escalera. Es también su sombra la que irrumpe en la habitación de Helen, que lo espera, esta vez ataviada de blanco, contrastando así con las ropas negras del Conde. Helen se sacrifica con el fin de lograr que Orlok muera presa del amanecer. Es de nuevo su sombra, la de su mano huesuda sobre el corazón de Helen, la que la hace sucumbir. Murnau nos regala una fantástica escena donde observamos el cuerpo de la víctima tendida en la cama y la boca del vampiro sobre su cuello, inundada de una atmósfera extraña que le concede un realismo inusitado. Finalmente Orlok es sorprendido por el amanecer y muere, desapareciendo en una nube de polvo.
Termina así uno de los grandes clásicos del cine mudo, pero también de la historia del cine. Una fantástica historia donde, a pesar de los escasísimos medios con los que se contaba, Murnau logra adentrarnos en esa atmósfera oscura, tétrica y sobrenatural. Una película llena de constrastes, blancos y negros, luces y sombras, pero también de matices interesantes.
El tema de los vampiros, aunque dentro de la fantasía no es el que más me interesa, ni tampoco desde hace tanto tiempo, sí que me llama la atención, aunque más en casos como este, de cine y literatura "antiguos" -o clásicos, según se mire- que más modernos. Porque últimamente, se ha hecho cada cosa...
ResponderEliminarAlgo leí sobre los problemas de los derechos de autor de "Nosferatu", y la película se llama así por eso, por no usar el nombre de Drácula. Pero esta tal vez sea una película más cercana a un vampiro auténtico, si se trata de vasarse lo mismo en el Drácula original, como en las leyendas e historias en las que obras literarias posteriores se basan, provenientes no de Inglaterra o Irlanda, sino de la Europa central y oriental (se podría decir que hay vampiros o proto-vampiros en casi todas partes, y cada uno con sus características "nacionales": húngaros, serbios, albaneses, griegos, rusos...). Y el nosferatu como vampiro de gran poder, que se transforma en animal, o puede ser invisible, o aumentar y disminuir su tamaño, o poderes parecidos casi mágicos, está más cerca, es verdad, que el noble fascinante posterior. Me hace recordar un libro, antiguo, pero fácil de conseguir (ed. Valdemar, por 8 o 9 euros) llamado "La ciudad vampira", de Paul Feval. Era un escritor francés de folletines, que hace una parodia de los relatos vampíricos, pero sin que el vampiro protagonista pierda su esencia, más bien al contrario. Y lo de la ciudad vampira -que lo es, realmente- es muy original. Y la protagonista de la historia es la escritora -real- de cuentos góticos Ann Radcliffe. Si algún día lo lees, espero que te guste.
Hasta pronto, y espero no haberme alargado de nuevo un poco demasiado.
Hola Reusense. El cine clásico de vampiros me encanta, y dentro del género, es mejor lo que se hizo antes que lo que se hace ahora, eso es obvio. Aunque mis favoritas son Nosferatu y la fantástica saga de Christopher Lee, hay algunos clásicos del cine de vampiros ochentero que también aprecio (The Lost Boys o El Ansia, por nombrar alguna).
ResponderEliminarCuando pensamos en vampiros solemos remitirnos al sempiterno Drácula, y pensamos que es algo muy propio de Rumanía, pero lo cierto es que el vampiro tiene una mitología amplísima (si lees o has leído "Las Historiadora", da buena prueba de ello). Aunque sin duda el Drácula que describrió Stocker haya quedado para la posteridad como el modelo vampírico a seguir.
Pues la verdad es que no conocía el libro que me has comentado, pero parece muy interesante. Precisamente estoy ahora leyendo un libro de esa editorial ("El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde y otros cuentos de terror" de Stenvenson, hay que reconocer que Valdemar hace cosas preciosas).
Como siempre, muchas gracias por tus comentarios, y tranquilo que siguen sin ser demasiado largos para mí ;).
Un saludo.
Me encanta este blog
ResponderEliminarMi problema es que me encanta todo lo relacionado con lo gótico pero mi madre me lo prohíbe por que es religiosa. Aunque ya tengo la edad como para vestirme como quiera siempre termina sacándome mi ropa y compra cosas muy llamativas, realmente es agotador. Por eso estoy orgullosa de aquellas que visten como quieran y sus padres las respetan
Mailerdemon - Intenta hablar con tu madre y explicarle que el movimiento gótico no tiene nada que ver con el satanismo (lo digo porque es el cliché y el miedo de mucha gente, que se piensa que es una secta). Explícale que es un movimiento cultural, aunque también estético. Es una forma de expresión personal que no tiene nada de malo. Sé que no es fácil entenderse en estos asuntos con los padres, porque además cada familia es un mundo, pero a veces la comunicación ayuda a corregir ideas equivocadas.
ResponderEliminarEn cualquier caso ánimo y gracias por visitar el blog :)