Kim Newman - El Año de Drácula.

Autor: Kim Newman.
Título: El año de Drácula.
Editorial: Timun Mas.
Valoración: 8,5/10.

Muchas historias se han escrito retomando el Drácula de Bram Stocker, o cuanto menos tomando prestado a sus personajes, su ambientación u otros elementos reseñables. Pero para mí ninguna tan buena como "El año de Drácula".

El autor nos plantea una nueva historia, que se basa en la hipótesis de que la obra de Stocker hubiese acabado con un final diferente. Newman imagina que Drácula no murió, sino que sobrevivió y de tal manera que ha logrado instaurar una nueva era en la Inglaterra Victoriana. Los vampiros no son considerados ahora como entes sobrenaturales, sino que son muchos los que se han convertido. La sociedad se divide entre aquellos que procesan el culto de la sangre y los que tratan de mantenerse al margen. Vampiros y humanos conviven, o se sobreviven mutuamente, mientras otra serie de peligros acecha.

Newman no trata de emular a Stocker en su forma de escribir, sino que tiene su estilo propio. Y a este escenario añade elementos característicos de la era victoriana, desde la ambientación a la estética, pero además hace que confluyan otras historias propias de la época, como es la de Jack el Destripador, o la aparición de personajes relevantes de ese período. El relato de Newman es crudo, sangriento pero también repelto de pasajes hermosos y oscuros, en suma, maravillosamente bien escrito.

Se va creando así una nueva atmósfera en el Londres del siglo XIX repleta de intrigas, misterios, romance y sangre donde se entremezclan los personajes de la novela de Stocker con nuevos y atrayentes protagonistas. Creo que la novela puede entenderse bastante bien aunque no se haya leído Drácula, basta con conocer la historia, pero quizás te pierdas algunos detalles y guiños.

Para mí fue un libro con el que disfruté muchísimo, pues había una mezcla de elementos fascinantes, y aunque es cierto que el tema de Drácula está ya bastante trillado, Newman supo rizar el rizo de una manera muy original.

Lo mejor: Jack el Destripador y la imagen de un Londres victoriano habitado por vampiros.

Lo peor: que toda su obra no se haya publicado en España.