Pintura: Franz Xaver Winterhalter

Franz Xaver Winterhalter (1805-1873) nació en Alemania, el sexto de ocho hijos dentro de una familia humilde. A los trece años inició sus estudios de grabado y dibujo, y a los dieciocho entraría en la Academia de Munich. En 1828 sería designado como profesor de dibujo en la Corte, comenzando a recibir encargos para la realización de retratos.

Entre 1832 y 1834 residió en Roma, donde fue nombrado Pintor de la Corte. Luego se trasladó a París, donde sus escenas retratando "Il dolce farniente" en 1836 le harían despuntar en todo el país, realizando como consecuencia un buen número de retratos de personajes de la nobleza francesa y belga. Winterhalter pronto se convirtió en el pintor de moda pues era el favorito de la realeza por la belleza y luminosidad de sus retratos que se combinaban con el cuidado por el detalle del atuendo del que posa.

No obstante, nunca recibió el beneplácito de los críticos, que decían de él ser un pintor que no podía ser tomado en serio, demasiado conformista y superficial. Esta clase de críticas le acompañaron durante toda su carrera por lo que, como víctima de su propio éxito, su obra se centró principalmente en el retrato de nobles y reyes.

En 1842 se trasladó a Londres donde su fama le llevó a retratar a la Reina Victoria, al Príncipe Alberto y a sus hijos, realizando para ellos más de 120 cuadros.

En 1852 viaja a España, donde retrataría a la Reina Isabel II, y al año siguiente se ocuparía de los retratos de Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo. Su retrato de la Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas en un jardín es considerada su obra maestra.

Posteriormente retrataría a las Familias Reales de Rusia y Austria o México. El agobio causado por el exceso de encargos le llevaría a dejar muchos de ellos en manos de asistentes. Casi ningún pintor antes que él había gozado de tal manera del patronazgo real, y tan sólo Rubens o Van Dyck gozaron de tal cantidad de trabajo a nivel internacional.