Moda gótica: ¿La estética gótica debe ser siempre extrema?

El otro día iniciábamos un pequeño debate en el blog a raíz de un comentario y pregunta de un seguidor sobre la estética gótica. Debatíamos sobre si la moda gótica necesita o tiene que ser "extrema".

Ésta es una cuestión sobre la que yo misma me he preguntado muchas veces. En mis andanzas por internet, he concluido que existen dos posturas sobre esta cuestión.

Por un lado, aquellos que consideran que en efecto, la moda gótica ha de ser un tanto extrema, no porque sea una regla hecha sino porque está en su propia naturaleza. Si desde un punto de vista intelectual, la subcultura gótica siempre ha jugado con los tabúes, tales como la muerte o la sexualidad, es en cierto sentido natural que desde un punto de vista estético se dedique a explorar los límites.

Así, la moda gótica no está hecha para ser convencional sino para llevar el concepto de "autoexpresión estética" tan lejos como se quiera. Porque es, ante todo, una expresión del yo. Y si partimos de la base de que no existen reglas pero en cambio sí mucho énfasis en el individualismo, se presta a sobrepasar los límites de lo que entendemos por "normal" o convencional, a experimentar estéticamente.

Luego tendríamos la otra postura, que considera que una estética extrema más que "normalizar" la moda gótica la "teatraliza" y le da un aspecto forzado, artificial o incluso superficial. En este sentido, podría pensarse que hacer tanto hincapié en una estética tan elaborada acaba poniendo todo el peso de la subcultura en la estética casi exclusivamente, sobre todo a ojos de los babybats, mientras se descuidan o se dejan de tratar otros elementos igualmente importantes como la cultura en su sentido más puro (música, literatura y otras expresiones artísticas).

¿Y cuál es la conclusión final ante todo esto? En realidad no hay una solución clara y determinada porque depende mucho de las opiniones y gustos estéticos de cada uno. Pero digamos que la realidad está en un punto intermedio entre ambas posturas.

En mi opinión, ambas posturas no tienen por qué excluirse mutuamente. Es decir, la estética gótica es ante todo una forma de expresión individual donde no existen interpretaciones "verdaderas" o "falsas". Y por tanto abarca todo el espectro, desde aquel que elige la estética más sencilla hasta aquel que escoge la más extrema. Tanto una como otra, así como toda la escala de grises intermedia, son perfectamente válidas, porque cada persona representa su propia forma de entender la moda gótica.

La estética gótica no tiene que ser obligadamente extrema, aunque ciertos editoriales o los medios de comunicación a veces quieran darnos esa imagen. La estética gótica es como cada uno escoge construirla.

Evidentemente, muchos alegarán que una estética extrema es ciertamente vistosa y llama la atención, pero carece de aplicación "práctica" en la vida real, al menos para la gran mayoría de la gente, sobre todo a medida que vamos creciendo.

Es cierto que no puede permitirse vestir igual alguien que trabaja como tatuador que aquel que lo hace en un despacho de abogados. Pero también opino que la existencia de corrientes más recargadas pueden ser siempre un foco de inspiración para cualquiera. Porque puedes tomar elementos que te gustan y adaptarlos a tu armario y crear otra forma de llevarlo. Al final, todos los estilos estéticos de cualquier enriquecen la gran familia gótica y aportan nuevas ideas, desde los más sencillos, no por ello menos elegantes o atractivos, a los más fastuosos.

En otro sentido, la existencia de formas de vestir como el Corporate Goth para permitirnos adaptar nuestros gustos estéticos al trabajo demuestra la versatilidad y capacidad de adaptación de la estética gótica.

No os sintáis decepcionados con vosotros mismos pesando que sois demasiado "convencionales", ni tampoco os juzguéis en una posición "de superioridad" porque vuestro aspecto llame más la atención de aquel que simplemente elige vestir de negro. Pero tampoco consideréis que estáis siendo superficiales por tratar de llevar vuestra estética "más allá". Después de todo, la estética es también un arte, una vía de expresión y una forma de ser feliz.

Lo genial es ser uno mismo, celebrando toda nuestra simplicidad y complejidad al mismo tiempo.