Eran siete y algunos las consideran las primeras modelos famosas de la historia de Estados Unidos, y no por su deslumbrante belleza ni por sus perfectos cuerpos, sino simplemente por la extraordinaria longitud de sus cabellos, que sobrepasaban el metro de largo en cada una de ellas. Las hermanas Sutherland nacieron entre 1851 y 1865 en el condado de Niágara, estado de Nueva York, y nunca mostraron en su juventud ninguna inclinación por vender su imagen, sino por la música.
Antes de hacerse famosas, se dedicaban a dar conciertos a lo largo de todo el estado de Nueva York, llegando a ofrecer una serie de actuaciones en la exposición de Atlanta, celebrada el año 1881. Alrededor de 1884, cuando las hermanas viajaban con el Circo de Barnum, su padre, Fletcher Sutherland, se percató de que el cada vez se reunía un público más numeroso en sus actuaciones. Pero al mismo tiempo se dio cuenta de que la gran mayoría de las personas iban para ver el cabello de las niñas más que para escuchar su canto. «A pesar de que sus espectáculos, que constaban de música religiosa y baladas de salón, recibieron muy buenas críticas, fue en última instancia el pelo de las chicas lo que parecía atraer la mayor atracción», escribió su biógrafo, el señor Stickney.
Demostrando una gran visión para los negocios, el padre lanzó al mercado una loción que llamó el «Cultivador de pelo de las hermanas Sutherland», con la que hacer creer a sus posibles clientes de que la consecuencia de que a sus hijas –Sarah, Victoria, Isabella, Grace, Naomi, María y Dora– les llegara el pelo por los tobillos se debía única y exclusivamente a su producto. Y para que no quedaran dudas, envió una muestra a analizar, de la que un médico y químico de prestigio aseguro: «Habiendo hecho un análisis químico del tónico capilar preparado por las siete hermanas Sutherland, por este medio certifico que lo he encontrado libre de toda sustancia perjudicial. Es, fuera de toda duda, la mejor preparación para el cabello que jamás se ha hecho».
El éxito de su iniciativa fue tal que en el primer año de ventas obtuvo cerca de 90.000 dólares de beneficio, gracias a su fama como producto «milagro» para aquellos que querían ver crecer su cuero cabelludo. Unos ingresos que, a lo largo del tiempo en que este tónico estuvo en el mercado, ascendieron hasta los tres millones de dólares, gracias, entre otras cosas, a que posteriormente el patriarca de los Sutherland añadió a sus productos un limpiador del cuero cabelludo y ocho tonalidades de color.
El pelo obsesionaba a las mujeres victorianas y eduardianas casi tanto como la palidez de la piel. No solo era una cuestión de feminidad, también lo era de estatus: no todas podían permitirse el tiempo y el dinero para peinar aquellas infinitas melenas y comprar los mejores productos para mantenerlas. Las enfermedades frecuentes provocaban la caída del pelo, pero una melena descuidada en el siglo XIX era un pecado.
Nada era tan sexy como una larga melena bien cuidada. Se pusieron de moda los retratos de mujeres de perfil, luciendo sus sinuosas ondas ante la cámara. Cualquiera diría que, aunque muy tapadas, bien pudo tratarse de las primeras pin-ups. El pelo, además de erótico, había adquirido un carácter mágico.
Gracias a las tácticas de marketing de los Sutherland, consiguieron vender más de 2,5 millones de botellas de sus productos hasta 1890, menos de cuatro años después de que comenzara su producción. Y cada botella se vendía a un precio de entre 50 centavos y 1,50 dólares, lo que era prácticamente el salario de toda una semana de un trabajador medio en aquella época.
Al alcanzar la fama mundial en 1893, las mujeres Sutherland tenían cabida en la portada de los principales periódicos y revistas, como Cosmopolitan, The New Yorker, The New York Times y Time. Por aquella época las hermanas ya no repararon en gastos y llegaron a construirse una mansión con 14 habitaciones, baños de mármol, agua corriente fría y caliente, maderas nobles y toda una serie de lujos al alcance de prácticamente ninguna persona en esos tiempos.
La familia Sutherland vivió una vida llena de excesos gracias a su «milagrosos» tónico para el pelo y, a pesar de los millones de dólares de beneficio que obtuvieron a lo largo de los años, se dice que acabaron muriendo en la pobreza. Y como si de un epitafio se tratara, en 1938, la mansión se quemó por completo con muchas pertenencias de los días de gloria dentro.
Fuentes:
-http://www.abc.es/archivo/20130912/abci-hermanas-sutherland-cabello-largo-201309111445.html
-http://www.yorokobu.es/hermanas-sutherland/
3 comentarios:
Es una anécdota muy interesante, gracias por compartirla con nosotros 💜
Qué interesante!! Me ha gustado mucho este post :)
EstupidoFlanders - De nada, disfruto mucho con estas historias :).
Laura - Gracias a ti por leer :D
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