domingo, 21 de marzo de 2010

Música: Historia de un concierto de Charon y de un repartidor de pizzas en la bella ciudad de Murcia.

Charon es un grupo finlandés de Gothic Metal que ha publicado hasta la fecha un total de cinco discos entre 1998 y 2005. Me encanta su sonido rockero y la contundencia de sus guitarras eléctricas, sus fabulosas melodías, sus letras y la voz de su cantante. Seguimos a la espera de la publicación de su nuevo trabajo, a pesar de que recientemente uno de sus guitarras dejó el grupo. Pero ellos han mencionado su intención de permanecer como cuarteto y continuar haciendo música.

Charon, pese a su calidad, no dispone de la facilidad de medios de otros grupos similares como podrían ser The 69 Eyes. Se prodigan poco por España, pero con todo tuve la suerte de poder disfrutar de una de sus actuaciones en directo en la bella ciudad de Murcia en 2007. Fue un gran concierto, lleno también de anécdotas que recuerdo con cariño.

Para empezar hay que decir que, como ya he mencionado antes, Charon carece de grandes medios logísticos, pero tiene un gran apoyo por parte de sus fans. De hecho fue el club de fans de Barcelona el que logró traer a Charon a España para una minigira por Madrid, Barcelona y Murcia. Yo nunca antes había estado en Murcia pero me habían hablado de ella como una ciudad pequeña y encantadora, así que pensé que sería una buena oportunidad para conocer una lugar diferente ya que casi siempre mis conciertos me habían llevado a Madrid o Granada.

En cuanto supe del concierto, me dispuse a organizar todo lo pertinente: autobús (porque en aquel momento la única manera de llegar a Murcia desde Málaga sin tener que donar uno de tus órganos era el tedioso autobús), el hostal y las entradas. Había algo que me tenía confusa, y es que el concierto se organizaba en una sala murciana llamada "El viejo Garaje de la Tía María", y se llamaba "viejo" porque posteriormente habilitaron otra sala llamada "El Garaje de la Tía María". Ello hace que te preguntes que no habiendo nombres en el mundo para ponerle a una sala de conciertos, por qué hay que llamar a una sala nueva prácticamente igual que la anterior creando todavía mayor confusión. Me costó bastante encontrar la dirección de la sala en cuestión, aunque me alegraba haber reservado habitación en un hostal muy cercano a la misma. Pero siempre te queda un resquicio de duda en el corazón: cómo me haya equivocado de sala y la otra esté en la otra punta de la ciudad...

Así fue como mi novio y yo cogimos un autobús en una lluviosa mañana para dirigirnos hacia Murcia. Llegamos a primera hora de la tarde y afortunadamente nuestro hostal se encontraba a unos quince minutos andando de la estación de autobuses. Era un pequeño hostal acogedor y agradable, y una vez dejadas las cosas en la habitación, nos dispusimos a explorar los alrededores en pos de la sala, ya que todavía faltaban muchas horas para el concierto, que comenzaba a las nueve de la noche. Siguiendo nuestro plano, llegamos a un gran local que parecía cerrado a cal y canto desde hacía años, sólo faltaban las bolas de polvo rodantes como en el Oeste. Pero tras cruzarnos con algunas fans (las reconocí por sus corsés, sus medias de rejilla y su profuso maquillaje), entendimos que, por suerte, estábamos en la sala correcta.

Tras una deliciosa cena en un restaurante chino cercano, nos dirigimos a la sala ya que teníamos que canjear nuestras entradas (había hecho la reserva por Internet mandando un mail a uno de los locales que organizaban el concierto, porque no estaba a la venta por los conductos normales como Ticktacticket). Llegamos al local, y su entrada principal seguía tan desierta como aquella tarde lo cual dibujó una mueca de preocupación en nuestras caras. Pero al avanzar un poco más nos topamos con la puerta de atrás repleta de gente. Para nuestra sorpresa, al concierto no entrábamos por la puerta principal, sino por la puerta de atrás que estaba en un callejón contiguo. Allí ya había congregada una pequeña multitud y yo me entretenía observando los geniales atuendos de muchas de las asistentes. Entonces se nos acercó un chico repartiendo papeletas:
-Hola, aquí tenéis publicidad sobre una tienda de ropa gótica que vamos a abrir. Se llama Tiberio Dark Side. Bueno, la tienda está en Málaga, pero podéis hacer pedidos por Internet.
-Nosotros somos de Málaga. -contestamos con una sonrisa al ver lo pequeño que es el mundo-.
-Ah, pues entonces venid a visitarnos.

Todavía quedaban unos cuarenta minutos para que comenzara el concierto cuando de repente una brillante luz nos iluminó a todos, que estábamos medio a oscuras en aquel callejón, y tras ella la figura de un hombre y el sonido de un motor. No era ningún Van Helsing en busca de vampiros con una motosierra sino... ¡un repartidor de pizzas! Con su pequeña moto el repartidor se adentró en el callejón y se paró frente a la puerta. No sabría decir quién tenía la mayor cara de asombro, si el repartidor al vernos a nosotros, o si nosotros al verlo a él. Sin dudar, el repartidor se adentró en el local tras llamar a la puerta. Y fue así como descubrimos que si algún día nos cruzábamos con un miembro de Charon, debíamos llevarlo a un restaurante italiano. Lo divertido vino después, ya que cuando el repartidor de pizzas salió, varias chicas le pidieron que por favor les dejara hacerse una foto con él. Y así quedó inmortalizado para la historia "el repartidor que le llevó una pizza a Charon".

Abrieron puntualmente las puertas y nos obsequiaron con un póster de la minigira española. El local era pequeño en comparación con las salas madrileñas, pero apropiado para la ocasión, agradable y con una decoración algo sicodélica. El concierto comenzó a su hora con los teloneros Embellish. Se trata de un grupo español, de Cataluña concretamente, que sin aportar nada nuevo al panorama del Gothic Metal, tiene mérito ya que produjo su primera maqueta con sus propios medios en un país donde hay una sobrepoblación de grupos de Power y Epic Metal (creo que ahora la plaga se llama "Grupo de Heavy Metal con cantante femenina"). Aunque muy similares a los finlandeses H.I.M., Embellish dio buen concierto, logró conectar con el público y calentar el ambiente para el plato fuerte. El cantante incluso se quejó de que su guitarrista no había lanzado púas al público, a lo que añadió "Lo siento, es que somos catalanes". Desgraciadamente, cuando todavía les quedaban dos o tres canciones para terminar, el batería rompió el parche de la caja, que es lo mismo a quedarse sin batería. Como cambiar el parche tardaría demasiado y el batería de Charon manifestó su apego al de su propia batería, Embellish acabó algo antes de lo previsto.

Y entonces llegó Charon, que desprendió energía y entusiasmo desde la primera hasta la última canción. Su cantante, J.P. Leppäluoto, se ocupó de mantener activo al público durante todo el concierto, acercándose a la primera fila a menudo. Pese a lo pequeño del escenario, tanto el bajista como ambos guitarras se movían lo que podían, haciendo posturitas de todo tipo que luego lucen mucho en tus fotos. Tras unas cuantas canciones, J.P. tenía la frente empapada en sudor, de manera que su larguísimo pelo a menudo se le pegaba a la cara. Pese a lo guapetón que es, (kakkoiii!!! como dirían los japos >_<) no podía evitar que a veces me recordará al Primo Cosa de la Familia Addams, pero no desmereció su fantástica voz :). Lo que me agradó especialmente fue que, además de tener un buen sonido, optaron por un repertorio muy variado, tocando canciones de todos sus discos, y no solamente del último aunque eché en falta "Serenity", que es de mis canciones favoritas. Leppäluoto no paró ni un segundo, incluso cuando cantó la más lenta "House of the Silent" con todo el público. Sin duda uno de los momentos más esperados fue su consagrado "Little Angel" en el que toda la sala rompió en gritos y aplausos al oír los primeros acordes.


Al día siguiente, tras el buen sabor de aquel concierto (por lo menos por mi parte, ya que mi novio iba básicamente de novio florero, jeje), fuimos a visitar la ciudad. Ciertamente Murcia es una ciudad encantadora, con una preciosa catedral y bonitos edificios antiguos en sus cercanías, por no decir que los murcianos son muy educados y amables. Y así fue como se desarrolló nuestra pequeña odisea, la cual recuerdo con agrado, donde pude ver a unos fantásticos Charon... y al hombre que les llevó una pizza.

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