Título: El honor del samurai + El puente de otoño.
Editorial: Ediciones B.
Año: 2002 y 2004 respectivamente.
Valoración: 7,5/10.
He decidido hacer una reseña doble sobre estos dos libros no sólo porque los ha escrito el mismo autor, sino también porque el segundo es continuación del primero. Mi interés por la cultura japonesa me llevó a buscar alguna novela sobre dicho país que se situara en la época de los samurais. Ambos libros hablan del Japón decimonónico, poco después de producirse la llegada de los norteamericanos y la apertura del país hacia el exterior.
Japón se encuentra en ese momento en proceso de cambio y modernización. Los samurais luchan por permanecer y por salvaguardar su cultura de las influencias extranjeras a la vez que comienzan a llegar los primeros misioneros cristianos de Europa y Estados Unidos. Ambos libros cuentan las vivencias de Genji, un señor samurai, y de sus amigos extranjeros en esa época de mutación social, política y cultural. Genji pertenece a un clan samurai muy especial, pues se cuenta que en cada generación, uno de sus miembros tiene poderes de clarividencia. Dos generaciones atrás fue su abuelo, la siguiente su tío y ahora él. Y sin embargo, cada uno tiene capacidades sobrenaturales diferentes. El poder de Genji consiste en que sólo tendrá tres visiones en su vida que le revelarán cosas sobre su futuro.
Este aspecto sobrenatural se mezcla con un cuidado realismo a la hora de describir el Japón de los samurais, las costumbres o detalles tan curiosos como los nombres de las diferentes prendas que llevan las geishas y que conforman su kimono. Hay una atmósfera de intrigas, aventuras y pasiones, aderezada con amor, ansias de poder, traición y honor. Pero los personajes no son para nada estáticos, ya que en ambos libros hay multitud de pasajes de acción.
De estos libros, y especialmente del primero, me gustó como se describe la cultura japonesa mediante el contraste. Comparando la cultura japonesa con la occidental, se nos muestra lo diferentes que son los puntos de vista de unos y otros. Emily, una misionera estadounidense que debido a su belleza es acosada por los hombres en su país, en Japón es considerada como una mujer horrible. A ella se suma un pistolero del Oeste que huye de unos asuntos turbios que dejó atrás. Oriente y Occidente se encuentran para descubrir sus diferencias, pero también sus puntos en común y ver que ideas generales como el valor o la lealtad son comunes a todos los hombres. Al mismo tiempo se dan personajes ambivalentes y que no sabemos de qué lado están con personajes que esconden mucho más de lo que muestran. El autor ha sabido crear personajes protagonistas con mucha fuerza, no sólo por el pasado con el que cargan, también por lo contrastado de sus personalidades pero que conforman un conjunto interesante.
Otra cosa que me gustaría destacar de la prosa de Matsuoka es su realismo. No repara en sangre y vísceras pero tampoco en describir de manera concisa la realidad de Japón, ya que no hay que olvidar que es licenciado en Historia. Y también hay que añadir que tiene gran habilidad a la hora de narrar las escenas de batalla, que no son pocas, ya que ambos libros están repletos de acción. Del segundo me gustó especialmente como mezcla distintas épocas que se enlazan a través de los poderes sobrenaturales de Genji y su familia, desvelándose poco a poco el misterio y la historia de su clan. El primer libro es más líneal a la hora de narrar la historia, pero igualmente interesante.
Ambos libros te enganchan rápidamente y se leen con mucha rapidez pues su lectura es amena, interesante y nada pesada. Son libros muy recomendables tanto para el amante del Japón feudal como para el interesado por el Japón contemporáneo.
Lo mejor: cómo el autor juega contigo dejándote creer lo que no es para luego sorprenderte.
Lo peor: la parte del segundo libro que se sitúa en un Japón más moderno, que me resultó menos interesante.
Japón se encuentra en ese momento en proceso de cambio y modernización. Los samurais luchan por permanecer y por salvaguardar su cultura de las influencias extranjeras a la vez que comienzan a llegar los primeros misioneros cristianos de Europa y Estados Unidos. Ambos libros cuentan las vivencias de Genji, un señor samurai, y de sus amigos extranjeros en esa época de mutación social, política y cultural. Genji pertenece a un clan samurai muy especial, pues se cuenta que en cada generación, uno de sus miembros tiene poderes de clarividencia. Dos generaciones atrás fue su abuelo, la siguiente su tío y ahora él. Y sin embargo, cada uno tiene capacidades sobrenaturales diferentes. El poder de Genji consiste en que sólo tendrá tres visiones en su vida que le revelarán cosas sobre su futuro.
Este aspecto sobrenatural se mezcla con un cuidado realismo a la hora de describir el Japón de los samurais, las costumbres o detalles tan curiosos como los nombres de las diferentes prendas que llevan las geishas y que conforman su kimono. Hay una atmósfera de intrigas, aventuras y pasiones, aderezada con amor, ansias de poder, traición y honor. Pero los personajes no son para nada estáticos, ya que en ambos libros hay multitud de pasajes de acción.
De estos libros, y especialmente del primero, me gustó como se describe la cultura japonesa mediante el contraste. Comparando la cultura japonesa con la occidental, se nos muestra lo diferentes que son los puntos de vista de unos y otros. Emily, una misionera estadounidense que debido a su belleza es acosada por los hombres en su país, en Japón es considerada como una mujer horrible. A ella se suma un pistolero del Oeste que huye de unos asuntos turbios que dejó atrás. Oriente y Occidente se encuentran para descubrir sus diferencias, pero también sus puntos en común y ver que ideas generales como el valor o la lealtad son comunes a todos los hombres. Al mismo tiempo se dan personajes ambivalentes y que no sabemos de qué lado están con personajes que esconden mucho más de lo que muestran. El autor ha sabido crear personajes protagonistas con mucha fuerza, no sólo por el pasado con el que cargan, también por lo contrastado de sus personalidades pero que conforman un conjunto interesante.
Otra cosa que me gustaría destacar de la prosa de Matsuoka es su realismo. No repara en sangre y vísceras pero tampoco en describir de manera concisa la realidad de Japón, ya que no hay que olvidar que es licenciado en Historia. Y también hay que añadir que tiene gran habilidad a la hora de narrar las escenas de batalla, que no son pocas, ya que ambos libros están repletos de acción. Del segundo me gustó especialmente como mezcla distintas épocas que se enlazan a través de los poderes sobrenaturales de Genji y su familia, desvelándose poco a poco el misterio y la historia de su clan. El primer libro es más líneal a la hora de narrar la historia, pero igualmente interesante.
Ambos libros te enganchan rápidamente y se leen con mucha rapidez pues su lectura es amena, interesante y nada pesada. Son libros muy recomendables tanto para el amante del Japón feudal como para el interesado por el Japón contemporáneo.
Lo mejor: cómo el autor juega contigo dejándote creer lo que no es para luego sorprenderte.
Lo peor: la parte del segundo libro que se sitúa en un Japón más moderno, que me resultó menos interesante.
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