William Holman Hunt nació en Londres el 2 de abril de 1827. En 1844, tras dos tentativas fallidas, logró entrar en la Royal Academy. Para mantener sus estudios realizaba copias de obras famosas, exponiendo por primera vez en la Royal Academy en 1846. El año de su entrada en la academia, había entablado amistad con Millais quien le acercó a los escritos de Keats y Ruskin. En 1848 pasó a formar parte de la Confraternidad Prerrafaelista a la que permanecería fiel toda su vida. Durante la década siguiente realizó muchas de sus obras más famosas, que obtuvieron pareceres opuestos entre los críticos, pero muy buena acogida entre los coleccionistas. En 1854 dejó Inglaterra para viajar por dos años a Egipto y Tierra Santa, a donde regresaría en otras tres ocasiones a lo largo de su vida (1869, 1875 y 1882), experiencias que marcarían profundamente su pintura. En 1865 se casó con Fanny Waugh, que moriría un año después tras dar a luz a su primer hijo. Diez años después se casó con la hermana de su mujer fallecida, Edith, unión que encontró multitud de problemas no sólo por la oposición de la familia de ella, sino también a nivel legal. En 1886 tuvo su primera muestra retrospectiva, y en los años siguientes escribiría varios artículos sobre la Hermandad. En 1899 comenzó a tener problemas de vista, pero sería ayudado por sus colaboradores. En 1905 fue condecorado con la Order of Merit, muriendo en 1910. Sus cenizas serían enterradas en la catedral de San Pablo.
La pintura de Hunt abarcó una temática muy varíada, desde la religiosa, hasta obras inspiradas en pasajes de Shakespeare, Boccaccio, o escenas entre los sacro y lo profano, como El siervo pastor. Aunque prefiero su "Dama de Shalott", inspirada en el poema de Tennyson, y que tardaría 19 años en ejecutar. Es una fantástica pintura inspirada en un relato artúrico donde se ve a una mujer de profusa cabellera oscura que se expande en el aire como una nube negra, en un escenario cuyo fondo está decorado con escenas religiosas y mitológicas. La dama teje en una danza mágica y sensual, con sus pies desnudos, una tela mágica de los que pasan cerca de su castillo. Hunt la imaginó utilizando para hilar los hilos de sus propios vestidos, por ello la riqueza de los colores de la parte superior de su atuendo deja paso a una sobria falda blanca, que lleva debajo. El escenario está repleto de ovillos y agujas, recargado y detallado, como los tres pies de oro que soportan el telar, cada uno distinto entre sí. Hunt la retrató antes de su fatal desenlace, ya que al pasar Lancelot junto a su castillo, el espejo a través del cual podía ver a los viajeros, se quiebra. La dama abandona luego el castillo en barca para dirigirse a Camelot, pero morirá antes de llegar.
De Hunt también me encantan sus retratos, siempre meticulosos, repletos de detalle y con un fantástico uso de la luz. Esa pasión por lo meticuloso, por la exactitud, puede contemplarse en el fantástico brocado de este retrato, Bianca, que la dama luce alrededor de su cuello y en la parte frontal del vestido, cuyo estilo se denomina cuello de lechuguilla. Hunt siempre otorgó gran importancia a las manos, que retrataba en complicadas posiciones o sosteniendo objetos cargados de significado, ya fuera un laúd, unas rosas o decoradas con anillos.
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